Esta
semana, del 17 al 22 de febrero, se celebra la semana de la lucha contra la
pobreza energética para reclamar a los estados y a la Unión Europea el diseño
de medidas coordinadas de lucha contra la pobreza energética.
Según el IDAE, en el consumo
total de energía de la Unión Europea, el capítulo más importante corresponde a
los edificios, con el 41 % del consumo total, superando el transporte y los
consumos de la industria, con un 33 % y 26 % respectivamente. En España, más de
una cuarta parte de la energía que gastamos se utiliza en edificios y más de la
mitad de esa cifra, entre el 50% y el 70 %, se utiliza para los sistemas de
calefacción y refrigeración. Esto ilustra una de las cuestiones más importantes
de hoy en día: la pobreza energética de los edificios españoles.
Una de las causas de la pobreza
energética española es que el 50 % de los edificios existentes en nuestro país
tiene más de 30 años de antigüedad y fueron construidos sin los criterios de
eficiencia energética que tenemos hoy en día. Esos edificios tienen que
malgastar cerca de 80 % -90 % de la energía con el fin de alcanzar la
temperatura de confort.
Alrededor del 10 % de los
hogares españoles se consideraron en situación de pobreza energética en el año 2010.
En el año 2012 esta cifra se estimó que ascendería hasta el 15 %.
La fundación La Casa Que Ahorra
y la FEMP (Federación Española de Municipios y Provincias), han desarrollado un
estudio llamado Programa de Diagnóstico Energético de Hábitat Urbano. El
objetivo de ese programa es estudiar unos determinados barrios en cinco
ciudades españolas: Arahal (Sevilla), Granollers, Santander, Segovia y Madrid.
El estudio consiste en la evaluación de la demanda de energía para sistemas de calefacción
y refrigeración en edificios con características similares: fueron construidos mayoritariamente
en los años 60, sin aislamiento térmico en sus fachadas, y con carpinterías
exteriores de acristalamiento sencillo.
La solución propuesta en el
estudio se basa en la mejora de dichas construcciones dotándolas de sistemas de
aislamiento térmico en el lado exterior de la fachada y en la cubierta, y
también en la sustitución de las carpinterías exteriores existentes por otras
nuevos con sistemas que las hagan eficientes energéticamente.
En resumen, este ensayo ha
llegado a la conclusión de que podemos ahorrar entre un 43,3 % y el 67,2 % de
la demanda energética en sistemas de calefacción, y entre un 27,8 % y 84 % en sistemas de refrigeración
sólo mediante la mejora del aislamiento térmico y las carpinterías exteriores
de nuestros edificios existentes.
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